San Fernando se mueve con lentitud, el gris ambiente de un agosto todavía en invierno, me habla de promesas de un venir mucho mejor, ya a esta altura las palabras me rebotan y solo suelo guiarme por los movimiento claros y patentes, me inclino por lo transparente e inocente de una intuición casi infantil pero que es parte de mi, o por las demostraciones tangibles que da el destino a las preguntas que uno suele lanzar... Lo que sea no puede esperar y mi incertidumbre por el resultado crece mas y mas. El hombre que en sus sueños quiere cambiar esta situación, encuentra que el camino es teñirse también de esperanza, a levantar los espacios de participación en medio de un sociedad individualista y poco solidaria, una lucha por hacer vibrar las conciencias muchas de ellas estáticas y ganadas a la competencia y el provecho personal en primer lugar... pero nunca ha sido una opción renunciar, patear la perra tal vez, pero no rendirse.
San Fernando es una incertidumbre en estos instantes, no tengo idea donde las cosas desembocaran, pero siento el peso de una responsabilidad muy grande y un desafió que feliz yo asumiría, pero que saco cuentas y no es posible abordarlo sin tener las fuerzas debidas. A veces siento que estoy solo, siento que he arado en el mar y que nada podría crecer de mi esfuerzo, en otras que no tengo a nadie en quien apoyarme cuando son mis propias fuerzas las que se agotan, donde estará mi centro, donde estará el abrazo amigo que te abriga entre tanto frió, donde estará el te quiero sincero y constante que se mantuviera para siempre como una llamita de calor en el corazón... Todo eso lo quiero en estos días de cambio y revolución, en una lucha que se acrecenta a la medida de que mi conciencia se despierta mas y mas y doy cuenta que es apoyo y no conciencia lo que necesito para dar un salto mas... pero donde estará.
Tantas esperanzas que he de dar, porque no me guardo ninguna para mi...
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